La semana pasada pasó con una mezcla de emociones y nervios. Eran los últimos días de septiembre y se acercaba el día del referéndum en Catalunya. No sabía si sería posible votar o no. El viernes, llegó una notificación del colegio donde estudia mi hijo, que es también mi colegio electoral, diciendo que cerraba a las 17h. Y nada más. Ya está? Así de fácil nos teníamos que rendir?
Pero llegó la noche del sábado. Yo seguía, como muchos, una aplicación que decía el estado de cada colegio electoral. Y vi que estaba abierto, con suficiente gente dentro. De repente ilusión y alegría.
El domingo me levanto antes de las 5. Habían pedido que la gente se concentrara delante de los colegios a proteger la llegada de las urnas. Proteger urnas! En el siglo XXI! Qué huevos! Cuando llegué ya había más de cien personas. Más ilusión y más alegría.
Recuerdo las personas que tenía al lado. la señora que se levantó a las cuatro para hacer café y repartirlo durante la espera. La lluvia, yo sin paraguas. La llegada de los mossos y como hicimos piña delante de la puerta. La llegada de dos chicas acreditadas, como se hizo el silencio, y como entraron en el colegio ocupado. La entrada de las urnas, que sí las tenían esas dos chicas. Más emoción y más alegría a cada momento. Y la apertura del colegio. Todo iba bien.
Al poco rato empiezan a llegar noticias y vídeos sobre las cargas que se estaban llevando a cabo para requisar las urnas. Casi no lo podía creer, porras, patadas, empujones, sangre, solo por hacer piña delante de los colegios. Y de ahí no se iba nadie, por más miedo que pudiéramos tener.
Así pasamos la mañana. Entre hacer cola para votar y esperando que llegaran los antidisturbios de la nacional o la guardia civil. Simplemente a repartir otra ración de porras.
De la misma forma pasó la tarde. Aunque ya había votado, había que seguir protegiendo las urnas y se pudieran contar los votos. Por suerte nuestro colegio no fue ‘visitado’.
Reconozco que una cosa sí consiguieron las porras. La emoción y la alegría se alternaba con la tristeza que aún siento. Ver sangrar a gente en otros colegios, y que quizás simplemente por azar a mi no me tocó. Más tarde ves como se justifican las agresiones, se niegan los heridos y se culpa a las víctimas. Es lo que más me duele y lo que peor llevo desde el domingo.
Simplemente no entiendo el estilo ‘la maté porque era mía’ que se está utilizando para evitar la independencia de Catalunya. Qué sentido tiene? A quién esperan convencer de esa manera? Para rematar la jugada, sale uno por la tele y echa más leña al fuego.
No se si se declarará la independencia. No se si será efectiva. No se si se sentarán a una mesa a negociar una salida. Lo que sí se es que no quiero más violencia, ni más justificación de ella, ni más mentiras. Y que si estos son los motivos que nos da el estado para querer quedarnos, más vale que salgamos rápido.